Hace poco escuché a un joven hablar de la imagen que le viene a la mente cada vez que piensa en Jesús. Yo también tengo una imagen, una de Jesús camino de la cruz, que me viene a la mente especialmente cuando estoy en la mesa de la comunión.

Sin embargo, este joven fue desafiado a imaginar una imagen diferente de Jesús, una con el brazo alrededor del joven. Esto me habló.

Aunque nos llenamos de gratitud cuando vemos a Jesús como el salvador crucificado, también nos damos cuenta de que fue nuestro pecado el que lo clavó en la cruz. Entonces, tal vez haya también un sentimiento de culpa.

Entonces, ¿cuál es la imagen correcta que debemos tener? ¿Hay una, o muchas?

La imagen de Cristo crucificado siempre me produce una gran tristeza. Me recuerda mi pecado que lo puso en la cruz, pero la imagen de Cristo como mi-amigo me trae un sentimiento de alegría, amor y aprecio por alguien que camina conmigo en el camino de la vida.

Las imágenes son importantes porque se quedan impresas de forma indeleble en tu mente y puedes reflexionar sobre ellas siempre que quieras.

Einstein dijo que “el verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación”. Shakespeare no tenía mucho atrezzo, pero pintó cuadros de palabras en el lienzo de nuestras mentes.

Hay muchas imágenes de Cristo en las que podemos centrarnos: el niño nacido en un pesebre, Cristo hombre, su crucifixión, su resurrección, su posición actual en el cielo, Rey de Reyes, Señor de Señores, su regreso triunfal, su amor por nosotros y el hecho de que nos llame amigos.

Cada una de estas imágenes despierta algo dentro de nosotros, así que te animo a que encuentres tu imagen.