CAMBIO

¿Cómo reaccionamos al cambio? O bien nos sentimos amenazador por él y fallamos en la adaptación, o simplemente lo abrazamos. Personalmente, no considero que el cambio sea fácil, pero si sé que es necesario.

El cambio es bueno a menudo, per hay cosas que nunca cambian, y que en sí, nunca deberían cambiar. Dios, por ejemplo, es incambiable; tal y como la gravedad, el sol, la luna y las estrellas; la naturaleza del amor de Dios para con nosotros, la Palabra de Dios y Sus principios.

Cuando el mundo se enreda con todo lo demás, perdemos nuestro compás interno y nuestra dirección se siente desenfocada.

Mientras miramos al mundo que vemos hoy, parece que todo está patas arriba. Las cosas que considerábamos normales por siglos, ahora son consideradas raras, fuera de tono, incluso fanático o estúpido. Lo bueno es ahora malo, y lo malo, bueno.

Una vez que empiezas a jugar con los cimientos de un edificio, haces que todo el edificio sea inestable. La verdad se vuelve relativa; es tu verdad y mi verdad la que cuenta y no lo que los hechos son.

La Biblia dice “Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22).

Hay un dicho que dice que no no hay más ciego que el que no quiere ver. Cuando una persona no puede ver, puede ser excusado. Sin embargo, cuando se escoge no ver y está dispuesto a ser sacudido por cada viento de doctrina y filosofía, pues entonces están destinados a terminar siendo delirantes.

Yo me recuerdo a mí mismo cada día en creerle al Señor. Sin embargo, hay algo que ha estado incomodándome recientemente. Precisamente es el hecho de que estoy incómodo.

En Juan 14, Jesús dice “No se turbe vuestro corazón”, pero Romanos 12:15 dice “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”.

¿Cómo no voy a estar incómodo cuando veo lo que está pasando en el mundo; cuando veo qué está pasando con nuestros amigos en Ucrania y otras naciones desgarradas por conflictos y entendiendo que la devastación está siendo causada por el enemigo?

¿Acaso Jesús nos dio instrucciones que son imposibles de seguir? De hecho que no. Pues no, antes debemos aprender a separar lo que es del espíritu y lo que es de la carne.

Jesús sufrió en la carne, sintió el dolor en la carte, lloró sobre Jerusalén en la carne. Sin embargo, en el espíritu, Hebreos 1: 9 dice “el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros”. Jesús sufrió dolor físico por la alegría que fue dispuesta desde antes de Su venida.

Entonces, en la carne, podemos quejarnos y experimentar dolor, pero interiormente podemos regocijarnos en nuestro espíritu.

2 Corintios 4:16 dice “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”

No hay contradicción. Podemos estar afligidos en la carne, pero Jesús dice “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Así que podemos regocijarnos en nuestro espíritu mientras miramos el día que tenemos por delante.

Para resumir, debemos pararnos con quieres sufren y darles comfort, pero nunca debemos olvidar que el sufrimiento del presento no es digna de comparación con la gloria que se nos será revelada.

Podemos afrontar lo que sea cuando sabemos cuál es el resultado final.

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