El pasado noviembre, Nia, una agricultora malgache de 68 años, se enfrentó a una turba y al presidente de su comunidad y fue acusada de robar la moto que había aparecido repentinamente en su propiedad.
A pesar de las declaraciones de inocencia de Nia, la arrestaron y la pusieron bajo custodia. Al no poder convencer de nuevo a las autoridades de su inocencia, la encarcelaron.
Durante seis meses, Nia lloró por justicia hasta que un día conoció a uno de nuestros pioneros de la Iniciativa Nacional de Pioneros (NPI) que visitaba regularmente la cárcel para compartir el mensaje de Jesús.
Nia comenzó a reunirse con el pionero semanalmente. Realizó estudios bíblicos y se unió a la oración, donde aceptó que aunque su cuerpo estaba encarcelado, su corazón y su mente no lo estaban. A través de la oración, Nia comenzó a creer que la justicia prevalecería algún día.
En junio de este año, llamaron a Nia a la oficina del director de la cárcel y le informaron de que iba a ser liberada. Al instante sintió que sus oraciones habían sido escuchadas. “Ahora que soy una mujer libre”—dijo,—”contaré a todo el mundo lo que Jesús hizo en mi vida. Él es mi abogado y mi salvador”.
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