En Juan 17, Jesús sabe que su tiempo ha llegado, así que Él ora por sus discípulos y por quienes lo conocerán en el futuro. Su oración puede ser encontrada en el versículo nueve.

En el versículo 11, Jesús ora para que seamos uno. Y, lo repite dos veces en el versículo 2, dos veces en el versículo 22, y una vez en el versículo 23; un total de seis menciones.

Cuando Jesús dice una palabra seis veces, en lo que se consideraría su última voluntad y testamento, tiene poder. Esto debe ser de suma importancia, de lo contrario, no estaría desperdiciando lo que quedaba de su precioso poco tiempo en trivialidades.

Este era un mensaje perdurable que Él quería transmitir a sus discípulos. ¿Por qué necesitamos ser uno?

El versículos 21 claramente menciona “Para que el mundo crea”. Así que, nuestra unidad es testimonio para el mundo. Imagina una Iglesia Global unida en una sola visión y propósito. Qué fuerza tan poderosa sería esa; que testimonio tan increíble.

Por esto, nuestro objetivo contra el enemigo es nuestra unidad, ¡por supuesto! ¿No ha hecho Él un trabajo maravilloso?

Donde los hermanos viven en unidad, ahí es donde Dios ordena la bendición. De lo contrario, donde hay tribalismo, crítica, y competencia, uno debe asumir que la bendición será retenida.

¿Cómo podemos alcanzar la unidad por la que Jesús oró? El versículo 26 provee la respuesta: “para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”.

Diciendo que si se aman unos a otros, todos los hombres sabrán que son mis discípulos.

El amor es el precursor de la unidad y la unidad fluye naturalmente donde el amor reside.