NO HAY ESPACIO PARA LA COMPETENCIA

Casi todos los deportes implican una competencia, ya sea para vencer a la otra persona o al equipo, o para batir un récord establecido. Entonces, ¿es buena la competencia?

Bueno, sí y no.

Aunque la competencia puede ayudarte a superar tus límites más allá de lo que creías posible, otras veces puede hacerte cometer estupideces, por ejemplo, un reto puede acabar haciéndote daño a ti mismo o a los demás.

¿Cómo aplica esto a los cristianos? ¿Debemos competir con otros cristianos? ¿Otros ministerios? ¿Debemos compararnos con su éxito?

¡No! No tiene sentido competir contra tu propio equipo en un evento.

Recuerdo el fútbol en el colegio. Había quienes monopolizaban el balón para ser ellos los que metían goles. Aunque uno de los suyos estuviera junto a la portería en posición para anotar un gol, no la pasaban. Inevitablemente, los marcaban y perdían el balón frente al otro equipo.

En siglos pasados, cuando dos tribus estaban en guerra, a menudo decidían que su campeón luchara por ellos y el campeón que ganara, sería la tribu que ganara. David y Goliat son un caso similar en la biblia, donde cada uno es campeón en un equipo contrario.

Los cristianos son un equipo. Hay jugadores individuales que tienen diferentes funciones y posiciones, pero si competimos entre nosotros, perdemos. Si trabajamos juntos bajo la dirección de nuestro capitán, Jesús, ya hemos ganado.

Puede que Satanás sea el príncipe de este mundo, pero Jesús, nuestro capitán y campeón, ha vencido al mundo. Él es Rey de Reyes, Señor de Señores. El príncipe de este mundo no es rival para él.

Mientras nos mantengamos con el equipo y sigamos las instrucciones, ganaremos.

REALIZA TU VISIÓN.

Nuestro contenido puede apoyar a tu iglesia u organización con estrategias para evangelismo más efectivo y discipulado.