LAS CICATRICES PERMANECEN

Hay una maravillosa expresión en la Escritura, “aconteció” que en el idioma inglés son tres palabras. “Vino a pasar” se traduciría textual; y yo amo el significado escondido que veo en esas palabras: vino, y pasará.
En la vida hay tantas cosas que nos suceden en nuestro caminar por ella. Hay subidas y bajadas, hay batallas y hay victorias. Acontecen pérdidas y se logran ganancias.
Salomón lo dice bien en Un tiempo para todo (Eclesiastés 3):
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Ultimadamente, emergemos de cualquier situación en la que nos podamos encontrar y podremos seguir adelante, eventualmente, hasta un tiempo en el que nuestras experiencias no serán más que un recuerdo lejano. Sin embargo, las cicatrices permanecen de cada dificultad y situación de angustia.
¿Es eso algo bueno? Dicen que cuando las cicatrices sanan, la piel de la cicatriz es más fuerte que la piel anterior.
Las cicatrices pueden ser emocionales, físicas e incluso espirituales. Hay tantas historias en la Biblia donde las personas pasaron por situaciones difíciles. Finalmente las superaron, pero las cicatrices permanecieron.
Miren a Jacob: peleó con un Ángel y no lo quiso dejar ir hasta que lo bendijera. Eventualmente fue bendecido, pero quedó caminando con una cojera el resto de su vida.
Pablo fue abatido, apedreado y náufrago muchas veces. Pudo superarlo, pero cargó con las cicatrices en su espalda el resto de su vida.
José perdonó a sus hermanos por venderlo y hacerlo cautivo, pero supo lo que era ser herido por su propia familia. Pudo ver que lo que había sido hecho con maldad y vileza hacia él, Dios lo hizo resultar para el bien.
Jesús, aún en su cuerpo resurrecto, cargaba las heridas en sus manos, pies y costado.
1. Las cicatrices nos recuerdan una experiencia pasada. 2. Las cicatrices nos recuerdan que las superamos. 3. Las cicatrices nos enseñan a no intentar hacer lo mismo de nuevo o a tener más cuidado cuando lo hagamos.
Sabes que te has recuperado totalmente de una mala experiencia cuando puedes mirar hacia atrás sin albergar resentimiento o sentir el dolor de todo eso una vez más; cuando puedes mirar las cicatrices y dar gracias a Dios por su ayuda y por las lecciones que Él te ha enseñado.
Solo entonces, luego de abrazar tus cicatrices, puedes seguir adelante más fuerte y sabio de lo que habías sido antes.

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