FE VERSUS SENTIMIENTOS

Nos sentimos felices, nos sentimos tristes. Nos sentimos molestos, nos sentimos en calma. Nos sentimos optimistas, nos sentimos pesimistas. Los sentimientos son un barco sin timón en un océano turbulento que puede cambiar con las circunstancias diarias de la vida.

Claro, es magnífico cuando tenemos sentimientos positivos y es terrible cuando tenemos los negativos; pero no podemos depender de nuestros sentimientos, porque si lo hacemos, no podremos dirigirnos hacia un sendero recto. Al contrario, estaremos a capricho de las circunstancias y de lo que cualquiera diga o haga. Hemos leído recientemente, historias de personas que se han quitado la vida por lo que otras personas dijeron sobre ellos, o porque su imagen pública se convirtió en algo tan importante para ellos, que no pudieron soportar no ser populares.

La fe es la roca sobre la que nos paramos. La fe es el piloto automático en un océano turbulento. Es la fe, la que dirige nuestras vidas en el sendero que Dios tiene para nosotros. La fe resiste la tormenta y nos trae a nuestro destino a salvo. La Biblia dice que sin fe es imposible complacer a Dios. Debemos, por tanto, tener una fe inquebrantable por el hecho de que Dios nos ama, tiene un plan para nuestras vidas y está con nosotros. Con una fe así, no sucumbiremos a las circunstancias y seremos más que vencedores.

¿Cómo obtenemos una fe como esa? Hay personas en la vida en las que confío y personas en las que no. Se gana confianza conociendo a una persona, ya que uno no confiaría en un desconocido. Se gana la confianza con experiencia y probando que la persona siempre fue fiel a su palabra.

La confianza es la moneda de las transacciones de negocios y de las relaciones personales. Por tanto, ganamos fe, crecemos en fe conociendo a Jesús; sabiendo que Él es fiel a Su palabra, conscientes de que nunca falla y seguros de que siempre quiere lo mejor para nosotros. Con una fe así, podemos mantenernos firmes a pesar de nuestros sentimientos.

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